Una de las paradas necesarias cuando visitas Transilvania es sin duda la ciudad de Brașov. La ciudad, al pie de los Cárpatos tiene una parte moderna, y por supuesto la vieja ciudad hoy en día un centro de atracción turística. Famosa por su iglesia negra y su iglesia blanca nos sorprendió por su limpieza y la buena infrastructura de transporte.
Una de mis fotos favoritas, una mujer pidiendo limosna en frente de una iglesia ortodoxa en un edificio.
La plaza principal, con muchos restaurantes y cafés, muy agradable.
El famoso teleférico. No subimos debido a las enormes colas, algo para tomar en cuenta si la volvemos a visitar.
Detalle de la Iglesia negra,
La iglesia blanca, justo en el lado opuesto.
Visita obligada a la sinagoga de la ciudad, una de las pocas que quedan en pie.
Después de un almuerzo ligero visitamos algunas de sus calles, algunas muy estrechas, y otras con un encanto particular y único.